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Año 2015 Discursos Otros Eventos

Palabras del Excelentísmo Monseñor Roberto Prevost Martinez, Obispo de Chiclayo y Gran Canciller de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, en el marco del primer foro industrial 2015, organizado por la SNI y la USAT

AULA MAGNA MONS. IGNACIO MARÍA DE ORBEGOZO Y GOICOECHEA

VIERNES 29 DE MAYO DE 2015

Es grato dirigirme a ustedes, señores del Gobierno Nacional, Regional y Local, así como empresarios de la macro región norte de este país,  en el marco del “Primer Foro Industrial 2015”. Desde ya mi agradecimiento como Gran Canciller de esta universidad, a la Sociedad Nacional de Industrias en la persona de su Presidente, Sr. Luis Salazar Steiger,  por haber considerado a la USAT sede de este magno evento.

“Gobierno + simple para crecer” es el nombre de este Foro que considero muy acertado porque ha permitido a ustedes, representantes del gobierno y el empresariado, reflexionar sobre los diversos mecanismos que permiten el crecimiento de las industrias y el papel del Estado para simplificar normas que atraigan inversiones. Con ello mayores beneficios para las empresas y el “Desarrollo” regional.

Sin embargo, ya al término de este evento, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones adicionales que buscan mostrar otro ángulo del desarrollo industrial y comercial enfocado en una pieza clave en este engranaje que permite la generación de riqueza, me refiero a la sociedad, a las personas, cada una con necesidades, anhelos, metas y sueños, como alguna vez ustedes los tuvieron y lo siguen haciendo.

A la luz de la crisis económica un poco reciente en los EE. UU, y Europa, podemos afirmar que existe un nivel de interdependencia entre empresa y sociedad, donde los actos de unos repercuten irremediablemente en los otros, y esa interdependencia, es el punto de partida que debemos tomar en cuenta para la planificación de políticas comerciales que armónicamente contribuyan a la lograr la consecución del bien común.

Por un lado está la comunidad entendida como el espacio donde interactúa un conjunto de personas con unas determinadas características sociales, económicas, entre otros aspectos; con sus propios problemas y ansias por buscar su sustento y desarrollo.  Por otro lado la empresa, aquel ente que depende justamente de estas personas y que son el principal valor que ellas tienen para lograr su fin principal: la rentabilidad.

Tenemos aquí entonces a dos actores que se vinculan íntimamente. La comunidad, que necesita empresas exitosas que garanticen u ofrezcan empleos dignos que les permita contribuir a mejorar su calidad de vida; y la empresa que necesita de una comunidad fortalecida, que garantice la demanda de los productos de esa empresa.

Pero, ¿cómo lograr el fortalecimiento de la sociedad?, ¿quién la ayuda?, ¿quién vela por los intereses y necesidades de estas personas que muchas veces no tienen acceso a la educación básica, por ejemplo, o a servicios de agua y desagüe?. Es aquí donde interviene un tercer actor fundamental: el Estado, aquel que pone “las reglas de juego” para que junto con la empresa contribuyan al desarrollo de la sociedad y ella al fortalecimiento de estas instituciones. Parte de la gran responsabilidad social que tiene el Estado en este contexto es el de promover políticas públicas que regulen, garanticen y armonicen – pero de manera innovadora – el desarrollo de la sociedad, a través del tendido de puentes que generen caminos para la inversión pública y privada. Hasta aquí creo que todos estamos de acuerdo.

En los últimos años, una nueva tendencia promovida por Michael Porter y Mark Kramer viene avanzando en algunas latitudes. Se trata de la “Creación del Valor Compartido”, entendido como las políticas y prácticas que mejoran la competitividad de una empresa ayudando a mejorar las condiciones económicas y sociales de las comunidades en donde opera. Es decir, un espacio donde todos ganan y va más allá de la responsabilidad social.

Citando a Porter y Kramer en “Creación del Valor Compartido” publicado en Harvard Business Review (enero 2011), “Las empresas, pueden crear valor económico creando valor social. Hay tres formas de hacerlo: reconcibiendo productos y mercados, redefiniendo la productividad en la cadena de valor y construyendo clusters de apoyo para el sector en torno a las instalaciones de la empresa. Cada una es parte del círculo virtuoso del valor compartido; al incrementar el valor de un área aumentan las oportunidades en las otras”.

Ustedes mejor que nadie, conocen que la esencia de una estrategia comercial es escoger un posicionamiento único y una cadena de valor distintiva que lo refleje. Para ello, se requiere que líderes como ustedes desarrollen nuevas habilidades y conocimientos, con una mirada y – sobretodo – con una comprensión mucho más profunda de las necesidades de la sociedad. Con esa nueva visión estaremos frente a un escenario mucho más positivo para la sociedad en las que sus empresas operan. Esta es una nueva forma de éxito económico donde sociedad, empresa y Estado… ganan.

¿Cuál es ahora el papel de la Universidad en este equipo de trabajo?, pues la formación de futuros profesionales con sólidos valores, espíritu cristiano y responsabilidad social. Como bien saben la corrupción que hoy impera, así como la toma de decisiones que afectan negativamente a la sociedad, como lo fue el caso de las crisis económicas antes mencionadas, se dieron justamente por personas con ausencia de valores y con escaso enfoque socialmente responsable.

Esa es y será la misión de la Universidad, además de ser el articulador entre empresa, estado y sociedad para contribuir juntos al desarrollo social. Desde ya, estimados autoridades y empresarios aquí presentes, renuevo el compromiso de esta joven universidad para acompañarlos y asesorarlos en diversos aspectos que ustedes consideren oportuno, a través de nuestro Instituto Universidad – Empresa – Sociedad.

Para culminar dos últimas ideas. Tengamos en cuenta que cuando damos algo nuestro a los pobres, entendido como gran parte de la sociedad, tal vez estamos restituyendo algo que no nos corresponde totalmente. San Ambrosio decía: “No le das al pobre de lo tuyo, sino que le devuelves lo suyo. Pues lo que es común es de todos, no solo de los ricos… Pagas, pues, una deuda, no das gratuitamente lo que no debes”.

Trabajemos juntos (Estado, Industria, Sociedad y Universidad) en contribuir desde nuestros espacios – pero vinculándonos siempre a la vez – en generar políticas, iniciativas, proyectos concretos donde la rentabilidad de las empresas esté enfocada siempre en la “rentabilidad y desarrollo social” de las comunidades, de las personas y, en especial, de los más pobres donde se desarrollan nuestras instituciones, sólo así podremos decir que nuestro paso por la vida terrenal valió la pena, porque hemos trabajado por el bien de las generaciones venideras.

Señor Ministro de la Producción, señor Presidente de la Sociedad Nacional de Industrias, sé que este foro culmina en la ciudad de Lima. Confío en que esta humilde reflexión tenga cabida en esa última cita donde el grupo de “decisores” sobre las políticas de Estado estarán presentes. Que el lograr verdaderamente y sin ataduras el desarrollo de las personas, de la sociedad en su conjunto, sea el punto de convergencia de todos los ideales de las empresas e industrias que mueven la economía de este hermoso país.

Sólo así podremos hablar de un verdadero crecimiento, de un verdadero desarrollo regional y nacional. Sólo así, podremos hablar realmente de un gobierno más simple, pero sobre todo, más justo para crecer.

Confío en que su estadía en nuestra universidad haya sido placentera y, sobre todo, provechosa.

 

Muchas gracias.

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