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Año 2016 Apertura de año académico Discursos

Discurso del Excelentísimo Monseñor Robert Prevost Martinez O.S.A. Obispo de Chiclayo y Gran Canciller de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, en el marco de la ceremonia de apertura del año académico 2016.

  • Dra. Patricia Campos, Rectora de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo.
  • Miembros de la Asociación Civil USAT.
  • Señores Integrantes del Consejo Universitario.
  • Autoridades Académicas.
  • Todas las autoridades presentes.
  • Integrantes de la Comunidad Universitaria

 

En el transcurso del año 2015, la Iglesia celebró los aniversarios de dos documentos muy importantes que abordan directamente la misión de nuestra Universidad:

  1. El documento “Gravissimum Educationis”, documento del Concilio Vaticano II sobre la cuestión de la educación cristiana, promulgado por el Papa Pablo VI el 28 de octubre de 1965 (50 aniversario) y,
  2. El documento “Ex Corde Ecclessiae”, que aborda específicamente el compromiso de la Iglesia y las preocupaciones acerca de la Universidad Católica, promulgado por San Juan Pablo II el 15 de agosto de 1990 (25 aniversario)

Ambos documentos iluminan en modo significativo  el tema: “lo que hace que una universidad católica sea verdaderamente católica”.

Y nosotros que queremos caminar por el sendero que nos propone la Iglesia, asumimos el reto de ser en verdad lo que la misma Iglesia nos exige. No queremos perder nuestra propia identidad, queremos realizarla plenamente. Como Universidad Católica, hemos de ser un verdadero centro de estudios superiores en donde se integren armónicamente el saber profesional, la investigación científica y la fe. Estas tres dimensiones de nuestro quehacer pedagógico y formativo están llamadas a constituir una auténtica síntesis integral, como fruto del diálogo y del respeto intelectual, y no de la coacción o la imposición irracional.

El Concilio Vaticano II, recordó a todo el mundo que la Iglesia tiene una gran preocupación por las universidades y facultades. Y que, siempre ha pretendido sistemáticamente que cada disciplina se cultive según sus principios, sus métodos y la libertad propia de la investigación; de manera que cada vez sea más profunda la comprensión de las mismas disciplinas, y se vea con más exactitud cómo la fe y la razón van armónicamente encaminadas a la verdad, que es una (Gravissimum educationis momentum, 10).

Como responsable de la formación de miles de jóvenes, no debemos olvidar que la presencia del pensamiento cristiano en el empeño de promover la cultura superior, debe hacerse pública, estable y universal, posibilitando a los alumnos una formación que les haga hombres prestigiosos por su doctrina, preparados para el desempeño de las funciones más importantes en la sociedad y testigos de la fe en el mundo una (Gravissimum educationis momentum, 10).

Por ello les invito a vivir nuestra propia identidad. Hemos de ser, en cuanto Universidad, una comunidad académica, que, de modo riguroso y crítico, contribuya a la tutela y desarrollo de la dignidad humana y la herencia cultural  mediante la investigación, la enseñanza y los diversos servicios ofrecidos a las comunidades locales, nacionales e internacionales (Ex corde ecclessiae, 12); y en cuanto Católica un ente que garantice de forma institucional la presencia cristiana en el mundo universitario frente a los grandes problemas de la sociedad y la cultura (Ex corde ecclessiae, 16).

Para lograr este ideal, la Iglesia ha exigido con rigor a todas las universidades católicas el cumplimiento fiel de cuatro características esenciales:

  1. Una inspiración cristiana por parte, no solo de cada miembro, sino también de la Comunidad Universitaria como tal;
  2. Una reflexión continua a la luz de la fe católica, sobre el creciente tesoro del saber humano, al que trata de ofrecer una contribución con las propias investigaciones;
  3. La fidelidad al mensaje cristiano tal como es presentado por la Iglesia, y ;
  4. El esfuerzo institucional al servicio del pueblo de Dios y de la familia humana en su itinerario hacia aquel objetivo trascendente que da sentido a la vida (Ex corde ecclessiae, 13).

En todas las facultades de nuestra Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, los principios cristianos y la fidelidad a la Iglesia tienen que ser entendidos como las bases sólidas sobre las cuales podamos vivir nuestra misión.

A las autoridades académicas les recuerdo, que es urgente invertir en la formación de los jóvenes que viven hoy una temporada de incertidumbre e inseguridad. La educación de calidad exige asumir el reto continuo de no quedarse anclados o ensimismados en las propias singularidades, sino, que cada año hemos de renovarnos en todo, para poder responder objetivamente a las exigencias del mundo moderno (Cfr. Carta del Santo Padre Francisco, con motivo de la celebración del día nacional de la 92 Universidad Católica del Sagrado Corazón).

A los profesores les exhorto: sean fieles a la sabiduría y transmitan la verdad; caminen siempre por la senda de la perfección y no olviden crear comunidad. Sabiduría, perfección y comunidad deben ser los parámetros de su labor diaria (Palabras que explican el logotipo de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo).

Sean prudentes, y asuman el compromiso de contrarrestar los fuertes empujones del materialismo y el positivismo científico que parecen ser las coordenadas dominantes por donde se intenta hacer decaer a la cultura y a la sociedad en que vivimos. Es importante renovar todos los esfuerzos para asegurar que las generaciones futuras sean personas que hagan posible el diálogo abierto y constructivo entre fe y razón en los diferentes campos de la sociedad en que se desenvuelvan (Cfr. Carta del Santo Padre Francisco, con motivo de la celebración del día nacional de la 92 Universidad Católica del Sagrado Corazón).

A ustedes, alumnos, les propongo: esfuércense por ser buenos profesionales y excelentes personas cristianas. Tengan cuidado de ser arrastrados por la cultura de los provisorio, en donde todo es descartable, solo se usa y desecha, se gasta y rompe, se aprovecha y estruja, mientras sirva. Después, adiós. Una cultura así, empuja a muchos jóvenes a no madurar plenamente y, lo peor de todo, a no poder formar una familia porque llegan a sentirse privados de oportunidades en el futuro (Amoris laetitia, 39-40).

Y, a todos nosotros aquí reunidos, que el testimonio de Santo Toribio de Mogrovejo, nos sirva de acicate para seguir trabajando incansablemente por transmitir a las nuevas generaciones los valores fundamentales de la vida; las habilidades y competencias necesarias para influir rectamente en la sociedad; y la fe indispensable para hacer llegar a todos los rincones de nuestra diócesis, las palabras de Cristo: Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6).

Agradezco a los directivos, a los profesores, a los alumnos, y a todos los presentes. Que nos sumemos a la tarea ardua, pero maravillosa de la educación. Éste es el camino de la verdadera humanización y del encuentro con la verdad, que es encuentro con Dios.

+Robert F. Prevost, O.S.A.

Obispo de Chiclayo.

Gran Canciller de la USAT

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